miércoles, octubre 03, 2007

La vida es una maldita parodia

Nos montamos sobre las tablas, con las máscaras puestas, mostrando las emociones que se supone debemos sentir, ocultando lo que realmente somos, y ¿sabes qué querido público? Asi la obra es mas fácil de representar, pretendiendo que jugamos a las muñecas, pero con la diferencia de que en este juego sí perdemos.

Sube el telón y alli estamos, repitiendo el ensayo que nunca ensayamos pero que nos sabemos por inercia, o como les gusta llamarlo a ellos, sentido común. Los espectadores rien, lloran, se conmueven, y como Aristoteles señala que es lo correcto, los heroes muere y la audiencia experimenta catarsis; eso que, cuando el telón cae, es como una mezcla entre orgasmo y placebo.
Caminamos, con el vestuario que corresponde, porque todo, absolutamente todo esta planeado. Volamos guindados del techo con cables maquillados. Nos encandilamos con las luces de un sol falso. Mentimos y nos destruimos por dentro preguntandonos por qué no podemos ser felices fuera del escenario y el diálogo escrito miles de años antes de nuestra existencia.

Pues porque el mundo esta demasiado jodido para ser feliz y la vida no es más que una parodia de drama interminable.