La Primera Vez. Solo en el cine

Hace poco lei en el blog de Marcel (www.zonalibre.org/blog/marcel) el relato de su primera vez. Trató de aparentar que no se sentía solo, trató de aparentar ser interesante ante la chica que le vendió la entrada (¿Solo una? Preguntó ella descaradamente) y aparentó ser solidario con las personas que estaban solas en la sala. Su primera vez solo en el cine. Me hizo recordar la mia. No fue hace mucho tampoco. Pero a diferencia del pana Marcel, yo no traté de aparentar nada. Si es cierto que ir solo al cine puede ser un poco deprimente, admiro a las personas que son capaces de hacerlo. Hay que tener mucha seguridad y autoestima para pararse frente a la taquilla y comprar solo una entrada (¡Sí tipa! ¡Una sola! ¡Y no me veas asi!). Ciertamente hay que sentirse muy cómodo con la soledad para sentarse en la butaca con no más que la cartera en la de un lado y el vacío en la del otro. Hay que ser muy valiente para ir sin envidiar a las parejitas y grupetes de amigos que que están allí disfrutando la película contigo. Hay que ser inteligente, pues si no entendiste algo de la película, no tienes a quien preguntarle.
Mi primera vez sola en el cine estuvo bien. Compré mi entrada, tomé un chocolate caliente y leí un libro mientras esperaba y 15 minutos antes de empezar la función, salí a fumar un cigarrillo. Cuando entré, la sala estaba totalmente vacía, y este fue el momento mas dificil: estar totalmente sola frente una pantalla gigante con unos 100 puestos alrededor me hizo sentir como si fuese el único ser en el mundo. Afortunadamente llegaron después de mi unas 15 personas para acompañarme. Comenzó la película y la disfruté, vi “The Guardian”, la historia de aprendices tratando de convertirse en nadadores de rescate, sin mecionar la trama que toda película holeewoodense (o como sea que se escriba) encierra. Fuí la primera en entrar y la primera en salir mientras los demás se quedaron a ver los créditos. No me sentí triste, no me sentí sola (o al menos no más de lo normal) y ciertamente no me sentí patética. Caminé al hotel en donde vivía y, aunque el frio me estuvo penetrando durante los 15 minutos de caminata, sentí que había superado otra de las tantas pruebas de la soledad.

PD: No se por qué este post es rosadito marico. Me gustó el color =S