Lo que me provoca este espacio frío

Nada de lo que hay en este frío espacio es mío. Este frío espacio representa todo lo que dejé (¿O perdí?) en el pasado que no es mas que un recuerdo. Llevo 3 meses y 16 días viviendo en espe espacio frío temporal que normalmente la gente usa solo para dormir, en los viajes de negocios y vacaciones familiares. En las lunas de miel los usan para algo más. A este espacio frío lo llaman hotel. Pero yo, yo me he visto obligada a llamarlo hogar, pues defino esta palabra como “lo que uno hace DE, EN y CON los lugares. Pero me provoca tantas cosas este espacio frío.

Me provoca rasgar con una tijera gigante el colchón sobre el que duermo y despedazar la almohada, como si despedazándola fuese a olvidar todas las lágrimas que esa almohada secó por mi.
Me provoca penetrar las paredes con una sierra (no debe ser muy dificil, son de cartón) y destruirlas completamente.
Me provoca caer a batazos la televisión de la sala.
Me provoca rompre el sofa, que de lo gastado que está, me regala todos los días un dolor de espalda.

Me provoca tirar el microondas, la cafetera y la tostadora del pedacito (de 1x1 metros, es decir, mínimo) de cerámica que llaman cocina y crear un corto circuito al arrancar los enchufes. Agregaría un poquito de agua de ser necesario.
Me provoca sacar los platos y vasos baratos de los gabinetes y estrellarlos contra las paredes, ¿O por qué no? Tirarlos por el balcón donde todos los días fumo deseando que fuesen Belmont.
Me provoca manchar la alfombra que cubre todo el piso de la habitación (excepto la cocina y el baño) con salsa de tomate y mostaza. Me provoca agregarle a eso todo el shampoo y crema que Sofia (la señora de limpieza) deja tan amablemente en el baño en potecitos muy pequeños todas las semanas.
Me provoca destruir la cerámica del piso del baño con un taladro industrial, pues allí sobre ese piso blanco, me he sentado a llorar tantas veces, abrazando mis rodillas.
Me provoca rayas las puertas con aereosol, escribir y dibujar cosas que les dejen saber que soy una inquilina desagradable.
Me provoca tirar las lámparas, el teléfono y el equipo de música contra la mesa de centro de la sala, que no es más que un pedazo de madera rectangular (ni parece una mesa, no tiene patas).
Me provoca romper en mil pedazos el espejo del baño con mis propios puños mientras veo mi cara de desquiciada en los trozos.
Me provoca luego descansar y fumar dentro de la habitación (es de no fumadores) y apagar los cigarrillos sobre la mini mesa del comedor. Y creanme venezolanos, ustedes también le tendrían arrechera a la mesa por tener que allí comer arepas con queso mozarella a falta de queso de mano o guayanés. Las arepas con queso mozarella no saben como deberian de saber.
Me provoca meter todo desorganizadamente en la maleta y largarme. Bajar los 3 pisos por el ascensor aprovechando para deja mi último recuerdo en la destrucción del espejo.
Me provoca llegar a la recepción dejar mi jueguito de llaves y largarme diciendo “les dejé un regalito en la 304”.

Eso es lo que me provoca!!!!

En este hotel he pasado una de las peores etapas de mi vida,

¿y que mejor que quemar las etapas?

Me provoca bañar el hotel completo con gasolina y prender un fosforo.

............... Pero...............

No estoy loca ni desquiciada (bueno ok, solo un poquito).

Soy una persona políticamente correcta.

MALDITA CORDURA QUE NO M DEJA HACER LO QUE ME PROVOCA!!!