Quien Sabe Quien (1982 - 2007) ."Otra víctima"

Y la prueba salió positiva

La vida completa y en toda su simplicidad pasó frente a sus ojos. Tal vez por la importancia del momento o por el efecto de las líneas blancas que sólo hace unos minutos entraron por su naríz para alterar su organismo.
Pensó en sus padres y hermanos, que ya desde hace un tiempo, se rindieron de la tarea de intentar enseñarle la diferencia entre el bien y el mal.
Pensó en todas las chicas y chicos con los que se había acostado después de esas fiestas de locura. Chicas y chicos que no eran más que perfectos desconocidos.
Pensó en todo el dinero que gastó en alcohol, drogas y placeres mundanos.
Pensó que era víctima de los siete pecados capitales.
Pensó en todos los errores que cometió en su corta vida; pero que sólo en ese momento sintio en su pecho la presión de que eran errores reales y existentes.
Pensó en sus sueños de adolescente de enamorarse, comprar un televisor pantalla gigante, envejecer junto a sus hijos y viajar por Europa. Pensó en como el mundo entero una vez confió en él diciendo que tenía un futuro prometedor (como ingeniero, como artista, como abogado, como lo que quisiera). Pensó en esos amigos que ya no tenía y no extrañaba.
Pensó en todas las noches pasadas con prostitutas en moteles baratos.
Pensó en las sucias jugadas de la vida que lo habían llevado a un descenlace de excesos. Pensó que solo estuvo en el lugar incorrecto con las personas inapropiadas.
Pensó en todo lo que una vez soñó con aprender y ahora nunca aprendería.
Pensó como el calendario se reducia sólo a ese dia.
Pensó en todas las fiestas a las que ya no iría, en todas las mujeres que ya no tocaría y en todo el monte que no se fumaría.
Pensó en las veces que tuvo que pasar hambre para satisfacer otras necesidades que eran, para él, igual de básicas. Su alimento.
Pensó que finalmente sería libre para dejar de asistir a su cubículo; tan pequeño como una caja de fósforos, que le parecía tan patético.
Pensó en todas las propagandas de condones que había visto en su vida.

Regresó a casa, una pequeña habitación alquilada, casi tan pequeña como el cubículo. Tomó un baño, pasó el efecto del polvo. Se miró en el espejo y nunca había visto tan acentuadas sus ojeras. Nunca habia detallado las marcas moradas en la parte interior de sus antebrazos. Nunca habia observado fijamente las cicatrices en sus muñecas.
Se preguntó si se habría contagiado con sexo o con jeringa. Pero eso no importaba.

Tomó el teléfono.

-¿Alo?-
-Alo, ¿mamá?-
-¿Eres tú? Milagro que llamas. ¿Qué quieres?-
- Mamá, tengo sida...-

Y mientras escuchaba el llanto desconsolado de su madre, una bala se insertó en las pocas neuronas enfermas de su cerebro.
La nota de suicidio fue una prueba positiva.