La bruja informa
gracias
Es hora de pensar en cosas en las que tenía mucho tiempo sin pensar. Hace tiempo hice un trato con mi mente para despreocuparme de mis planes futuros y atender el presente. Mi energía me necesitaba en el aquiíy en el ahora, sin torturarme el cerebro con preguntas que sólo un vidente podría responder.
Ahora estoy volviendo a mi misma, con las preguntas torturantes y todo. Pienso que he sido cobarde, pero también pienso que no debo ser tan dura conmigo misma (nadie nace aprendido). Pero sí, he sido cobarde por el hecho de temer una vida sin sentido y a la vez permitirme tenerla. He dado vueltas en circulos tratando de buscar mis propias huellas para poder seguir mi camino; pero hoy me doy cuenta de que nunca perdí mi rastro, y ese es el problema, porque ante nuevas circunstancias se buscan nuevos caminos. Desperdicié tiempo tratando de continuar mi vida cuando lo que tengo (y aún me esfuerzo por aceptar) es una página en blanco, un arbol recien plantado, un capullo cerrado, agrega aquí la metáfora que te parezca mas artística.
Hice desastres conmigo misma, deshice mi coraza de arena para construir una mas fuerte, lloré todo lo que no habia llorado en mi vida. Soñé con morir de decepción y me enamoré de lo imposible. En ciertos momentos me creí una niña grande, creí entender todo lo que sucedía a mi alrededor y adentro en mi morado corazón. En otros me creí una mocosa impertinente, queriendo salir corriendo a los brazos de mi madre para que me pusiera una curita en el pecho. Ahora entiendo que por algo se dice que tenemos un niño interno; pienso que nunca somos totalmente adultos porque esa parte infantil en nosotros nos guia a ser caprichosos o miedosos cuando provoca salir corriendo.
Hoy se que la edad es solo un numero y siempre tenemos algo de niños porque siempre hay que aprender, que joderse y levantarse, que sobarse, y a veces no hay nadie a tu lado para ponerte la curita. Si me detengo es porque he caido en arrogancia, pensando que no me queda nada mas por aprender. A medida que veo con mas claridad, caigo en cuenta de que no soy ni niña ni adolescente ni adulta, tengo algo de las tres cosas y soy solo una persona, tratando de controlar cada parte para poder aparentar cordura.
Si, es hora de pensar con claridad. Necesito encontrar de nuevo ese algo por lo que luchar. Quiero amar y soñar sin cansarme de tropezar. Quiero libertad de emoción y pensamiento. Quiero recordar y sentir nostalgia que me haga reir. Quiero amar tanto como pueda. Quiero masturbarme sin sentirme cohibida. Quiero explorar mi mente sin tratar de entenderme. Quiero emocionarme. Quiero muchas cosas, lo se.
He cometido muchisimos errores, pero de absolutamente nada me arrepiento. Pienso que arrepentirse es una muestra de hipocresía, y es absurdo. Los errores son un hecho que hay que aceptar, y aprendo de cada uno de ellos, por eso no me arrepiento, porque cuando los cometí no sabía las consecuencias que traerían. Nunca es tarde. Bueno, tal vez a veces.
Nos montamos sobre las tablas, con las máscaras puestas, mostrando las emociones que se supone debemos sentir, ocultando lo que realmente somos, y ¿sabes qué querido público? Asi la obra es mas fácil de representar, pretendiendo que jugamos a las muñecas, pero con la diferencia de que en este juego sí perdemos.
Sube el telón y alli estamos, repitiendo el ensayo que nunca ensayamos pero que nos sabemos por inercia, o como les gusta llamarlo a ellos, sentido común. Los espectadores rien, lloran, se conmueven, y como Aristoteles señala que es lo correcto, los heroes muere y la audiencia experimenta catarsis; eso que, cuando el telón cae, es como una mezcla entre orgasmo y placebo.
Caminamos, con el vestuario que corresponde, porque todo, absolutamente todo esta planeado. Volamos guindados del techo con cables maquillados. Nos encandilamos con las luces de un sol falso. Mentimos y nos destruimos por dentro preguntandonos por qué no podemos ser felices fuera del escenario y el diálogo escrito miles de años antes de nuestra existencia.
Pues porque el mundo esta demasiado jodido para ser feliz y la vida no es más que una parodia de drama interminable.
Tengo miedo de olvidar. Quiero conservar sueños, pero ¿como hago para no olvidarlos? Cuando estás tan vacio que te llena solo la indiferencia, comienzas a olvidar. Y olvidar nunca es bueno. Primero olvidas lo que quieres hacer mañana. Luego olvidas porqué haces lo que haces hoy. Y eventualmente se te olvida lo que hiciste ayer, con quien estuviste, que sentiste, como pensaste, quien eres y como te formaste. Tambien es cierto que a veces recordar duele. ¿Habra un punto medio? Tiene que haber un punto medio. ¡Siempre hay un punto medio! Porque la vida es un equilibrio, ¿no? Eso es lo que nos dicen... El problema es que no lo he encontrado. Yo solo quiero quedarme, flotar en esa parte de mi conciencia en la que los deseos mas profundos se presentan y se manifiestan en sonrisas. Quiero recordar en las mañanas sin sentir dolor, sin torturarme con tanto vacio. Hoy definitivamente acepto que hay fuerzas desconocidas dentro de mi carácter. No se trata de mi mente, ni de mi sentir, es algo más. Algo más que no esta en armonía con los argumentos escritos en las paredes de mi cerebro, ni con los sueños escondidos entre las esquinas de mi esencia. Algo más que no tiene que ver con los placeres, ni con la rabia o mi locura. No creo que sea el punto medio, pues es una sensacion de ansiedad e intranquilidad. No... No pierdo la memoria, me niego. La indiferencia no va a ser más fuerte que yo (eso quiero). Pero la habitación de los recuerdos se hace más pequeña. El presente se apodera del espacio. Y según la lógica, así deberia de ser (vive el presente, los recuerdos son pasado, bla bla bla). No puedo evitar mirar hacia atrás. Me han aconsejado crear nuevos recuerdos. Pero detesto los más recientes (no todos). No sólo yo agonizo, siento a mis recuerdos morir junto a varias ilusiones, junto a varios deseos, junto a partes de mi. Si, definitivamente me repito, eventualmente olvidas quien eres y como te formaste. Y quizás no sea solo olvidar, si no dejar morir esas partes de ti (de mi). Dicen que uno no cambia, sino que evoluciona, y si eres lo suficientemente astuto, te adaptas. ¿Desadaptada yo? Supongo. Y mientras tanto, en las noches, doy vueltas en la cama esperando que mañana todavia recuerdes con quien estuviste ayer y por que haces lo que hiciste hoy. Tal vez tenga sueños dormidos de cuando todo era más facil; cuando respiraba profundamente sin sentir una presión en el pecho. Todo me dice que es hora de despertar, pero yo tengo mucho sueño. La realidad me golpea para que reaccione, pero estoy demasiado ocupada pensando es estupidas (bonitas) utopías. Pero ya no soy la muchachita que pelea con su mamá una vez a la semana, ni la joven con visión romántica, ni la amiga que aconseja. Hay demasiado roles que he dejado de jugar. No quiero reaccionar por no darme cuenta de lo poco que queda de mi. Si, de nuevo el vacio. Porque hay demasiadas piezas escondidas entre todos los pensamientos cotidianos de novelas absurdas, del maldito reflejo en el espejo, y de fantasías amorosas. Pero no puedo huir de la verdad universal de la naturaleza humana, que dice que, de cierta manera, el pasado siempre nos parecerá mejor, y del futuro queremos demasiado. Yo solo quiero quedarme, y poder ver las películas que me gustaron un dia, e incluir en ellas las partes de mi vida que tanto me duelen recordar. Aja, tengo que ver películas.
Caminando por el callejón de la demencia, fue sorprendida. Ella no quería estar alli, y llego por medio de caminos que nunca quiso recorrer. No fue su culpa, pues solo buscaba una salida. Pero se adentraba más y más en lo desconocido, hasta que una fuerza extraña le hizo sentir frio. El viento alborotó sus cabellos y levantó su falda suavemente, haciendo rozar la tela entre sus piernas. Las luces se apagaron, y el silencio reinó en ese espacio. Sintió vagamente como un par de manos sujetaron las suyas contra una pared. Aunque esos dedos la sorprendieron y agarraban con fuerza sus muñecas, ella apenas lo sintió. Solo supo que debia dejarse llevar; resignandose a no luchar contra su sublime e inexistente atacante. Sin saber como ni cuando, su espalda tocó el suelo, frio cual hielo, y su falda comenzó a bajarse. Cerró los ojos mientras los botones de su blusa rebotaron contra las paredes de piedra. No intentó tocarlo, pues sabía exactamente quien era, y no iba a poder evitar lo siguiente. Sus piernas se abrieron lentamente, y un testigo habria dicho que se suavizaron por voluntad propia. Ella besaba el aire y secaba de su cara los rastros de DOLOR que por alli se deslizaban. Sintió humedad en sus senos, como si siete lenguas se deleitaran con su piel, con su desnudez y con su locura. Otras siete manos la tocaron, abrazaron su espalda con pasión; las bocas morieron sus muslos y lamieron su entrepierna. Ella solo se preguntaba el porqué de tanta verguenza, tanto abuso, tanto vigor, tanto placer, tanta tortura. Se sintió como la muñeca de sus propios demonios. Los siete la penetraron profundamente, pero al menos sus labios no fueron tocados. No, sus labios estaban reservados para el amor. Sintió la DOLOROSA penetracion en su parte más sensible, junto con los rastros de humedad roja entre sus piernas. El DOLOR se movia vigorosamente dentro de ella, pero no se quejó. Sabía que si lo hacía, seria peor, pues asi funciona la piedad. Él (o eso) no gemía, no reía, no respiraba. Su cuerpo se movia a un ritmo cada vez mas rapido y violento, y en el cerebro de la inocente, solo golpeaban gritos pidiendo que todo terminara, provocando el eco con las paredes de sus neuronas, expresado en una sensual voz que murburaba que nunca terminara. Su espalda golpeaba contra el piso cada vez mas rapido, hasta que todo se detuvo repentinamente. Abrió los ojos y la iluminación del callejón habia vuelto a la normalidad. Su cuerpo estaba vestido de nuevo, y su espalda y muslos estaban adoloridos. Se paró y continuó caminando. Por el callejón de la demencia. Violada. Por su propio dolor.